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Actualidad

Las victorias azulgranas comienzan en la cocina

El club estrena este año un comedor en el estadio, que permite a los jugadores seguir la dieta diseñada desde el cuerpo médico para optimizar su rendimiento

Hay vida más allá de la pasta y el pollo en la dieta de un deportista. Y así lo demuestra a diario la doctora Anna Carceller, encargada de la nutrición en la SD Huesca. Crema de boniato y cúrcuma, bacalao con guarnición de kale y puerro o mousse de aguacate y romero son algunos de los platos que forman los menús que cada semana prepara el cocinero Samuel Allué para la plantilla azulgrana, en un nuevo servicio incluido por el club esta temporada, que permite a los deportistas y a los trabajadores comer cada día en una zona del estadio habilitada como comedor, además de poder llevarse a sus casas la cena.

Esto facilita a los jugadores llevar una dieta equilibrada y acorde a los ritmos de entrenamiento, ya que todos los menús se preparan de manera conjunta con el cuerpo técnico, teniendo en cuenta aspectos como la carga de cada sesión, qué alimentos son mejores para antes o después de un partido, aquellos que es mejor evitar, los que ayudan a recuperar… “Variamos la proporción de hidratos de carbono y de grasas saludables día por día, así como el aporte de proteínas de origen animal y vegetal para ajustarnos a los requerimientos musculares de los jugadores. Por otra parte, tenemos en cuenta los aportes de micronutrientes, antioxidantes y alimentos funcionales para asegurarnos de que alcanzan óptimos niveles para el rendimiento y la recuperación”, explica la doctora Carceller, que indica además que también se tienen en cuenta los alimentos característicos de cada época del año, además de aspectos más individuales de cada jugador, como puede ser su posición en el campo o los datos que se obtienen de sus pruebas de esfuerzo. “Hay un diálogo continuo entre todos”.

Una vez diseñados los menús, Samuel Allué se encarga de llevarlos a cabo. “Anna y yo nos reunimos cada semana para hablar de las necesidades del equipo, de los productos a incorporar a las dietas… intentamos que sean todos de proximidad, en contacto directo con el proveedor, explica el cocinero, que cada día prepara unos 25 menús al mediodía y otros 20 para la cena. “Seguimos las pautas y el funcionamiento que rige cualquier cocina. Limpieza, orden y mucho cariño a la hora de cocinar, para que todo salga en su punto”, añade.

Así, los fogones en El Alcoraz se encienden a las 7.00 de la mañana, con el fin de que a las 13.00, al término del entrenamiento, esté todo listo para que lleguen los jugadores a comer, y al terminar puedan llevarse también la cena preparada. Asegura su cocinero que son unos comensales agradecidos. “El trato es muy bueno, son muy cercanos y yo estoy encantado”.

Así, de vez en cuando se les permite algún caprichito y más en fechas navideñas, en las que se recomienda que disfruten de las comidas más señaladas, pero teniendo en mente la necesidad de competir al máximo nivel a la vuelta. “Todas las semanas se incluye algún elemento más sorprendente en los menús, algo fuera de lo común, pero siempre bastante controlado y seleccionando muy bien los ingredientes y la composición. Trabajar junto a Samuel Allué, nuestro cocinero, es una ventaja enorme: además de un excelente cocinero, es una persona muy creativa que me ayuda mucho a seleccionar ingredientes para reinventar recetas que, de primeras, desecharíamos por no ser adecuadas para los jugadores pero que apetecen de vez en cuando, como los brownies”, confiesa Carceller.