El punto de penalti volvió a ser letal para los intereses de la SD Huesca. Nuevamente como excesivo castigo para un equipo que lo intentó y peleó, que fue mejor durante muchos minutos, pero que acabó condicionada por una decisión árbitral difícil de argumentar. Se corta así, de la manera más cruel, la buena tendencia del equipo, pero sin hacerle perder opciones dentro de la intensa pelea de la zona baja de la tabla.
La dinámica positiva con la que la SD Huesca llegó a El Alcoraz era un impulso más que palpable cuando los azulgranas saltaron al terreno de juego, consiguiendo que al Valladolid le costará pisar campo contrario. Así, inevitablemente el peligro más claro pue para el conjunto oscense, que se estrenó buscando portería a través de Javi Mier con un disparo raso que por poco no encontró los tres palos, en el minuto 19. Un primer aviso que solo quince minutos después se convertiría en el primer gol, aunque fue anulado, al considerar que había fuera de juego posicional de Mier en la falta colgada por Joaquín que un defensa se metió en propia puerta.
Pero lejos de afectarles negativamente, los azulgranas siguieron mirando hacia la portería rival, a través de un intenso Joaquín, que tuvo la más clara apenas unos minutos después, en un disparo muy escorado que se fue por poco por encima del larguero, tras una buena jugada individual, al borde del final de la primera parte.
Arrancó la segunda con el Valladolid probando a Álvaro Fernández. Pero también el Huesca la tenía al otro lado del campo, interceptando un despeje para y terminando jugada dentro del área, que se fue fuera por muy poco. Parecía el partido controlado para los azulgranas en un toma y daca muy romo por parte del Real Valladolid, pero como si de un 'deja vú' se tratara, señaló el colegiado el punto de penalti, ante la incredulidad de la parroquia altoaragonesa. Esta vez por un derribo en el área que también lo costó la amarilla a Gerard Valentín. Adivinó Álvaro el disparo y lo detuvo, pero impactó en el poste y regresó a Monchu que esta vez sí envió dentro.
Los azulgranas se sabían ya la historia de su último encuentro en casa, teniendo que remar en contra tras una pena máxima más que discutible. Y nuevamente la rabia acabó guiando al equipo, aunque esta vez con menos acierto. Movió el banquillo Hidalgo, y Hugo Vallejo, que salió de allí, se erigiendose como principal referencia ofensiva en el lugar de un agotado Obeng.
Logró el Valladolid desquiciar a los locales con sus continúas pérdidas de tiempo, mientras Hidalgo quemaba naves sacrificando defensas en busca de un perfil más ofensivo. Jugó así unos siete minutos de descuento en los que los pucelanos lograron llevar el juego a su terreno, para que los de Antonio Hidalgo no pudieran mirar con claridad a la portería contraria, víctimas tremendo desgaste que bien les agradeció su afición.



