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El Alcoraz: 50 años de sueños cumplidos

El estadio de la SD Huesca celebra medio siglo en el que ha crecido de manera paralela al club y su equipo, instalándose en el fútbol profesional y recibiendo a los más grandes

Difícilmente soñaba Raimundo Bambó cuando diseñó un campo de fútbol a los pies de la ermita de San Jorge que, años después, algunos de los mejores equipos del mundo pisarían su césped. Tampoco aquellos que asistieron al primer partido que en él se celebró, un 16 de enero de 1972, se imaginarían que esas gradas crecerían hasta superar las 9.000 localidades. Ahora, cincuenta años después de aquel SD Huesca – Deportivo Aragón que supuso la inauguración de El Alcoraz, el estadio se ha convertido en una de las muestras más evidentes del crecimiento de un club que en cinco décadas ha llegado a lo más alto del fútbol español, convirtiéndose en orgullo de toda la provincia.

Cincuenta años de la culminación de un proyecto que nació fruto del empeño del recientemente fallecido José María Mur, entonces presidente del club y gran impulsor de la construcción de un nuevo campo en el que, por fin, asentar al equipo, que militaba en Tercera División. Tras cuatro años de trabajo y un presupuesto original cercano a los 15 millones de las antiguas pesetas (90.000 euros), El Alcoraz fue una realidad. Con un bautismo muy épico, cogiendo su nombre de la batalla que tuvo lugar en sus inmediaciones en el año 1096 y tras la que la ciudad de Huesca fue anexionada al Reino de Aragón. Y que sigue muy presente en la esencia del estadio. “El feudo de las grandes batallas”, asegura hoy en día el speaker oficial en la bienvenida a cada encuentro, o a través de las continuas referencias al caballero medieval San Jorge -clave en la victoria aragonesa- con las que cuenta su decoración.

Y a base de mucha lucha deportiva, de muchas alegrías y también duras derrotas se ha ido fraguando la historia del club, con El Alcoraz como testigo, no ajeno a esa evolución. Porque continuas reformas han ido adecuando sus instalaciones hasta adaptarlas a la élite del fútbol español, donde se se sitúa como un estadio moderno y cómodo tanto para los aficionados como para los equipos que lo visitan.

Atrás quedó la crisis sufrida en el año 1986, con el club acuciado por las deudas derivadas del gran volumen de la obra, el campo salió a subasta y unos 200 directivos y aficionados formaron una sociedad que ganó la puja, rescatando El Alcoraz de un posible embargo. Después, una asamblea sentó las bases para que la SD Huesca fuera la única entidad beneficiara del campo en el futuro.

Aquello fue un punto de inflexión para lo que convertiría en un ascenso meteórico hasta El Alcoraz que todos los azulgranas hoy conocemos. En la temporada 2008/2009, tras el ascenso de la SD Huesca a 2ª División, se acometieron reformas importantes de la mano del arquitecto Ignacio Lacarte, que incluyeron la ampliación y reforma de la tribuna central, la edificación de la cubierta en la grada de general, sala vip, palco presidencial, sala de prensa, vestuarios, oficinas y banquillos. Unas mejoras que tuvieron su continuidad tras el ascenso del equipo a la máxima categoría en mayo de 2018, entonces el estadio fue reformado casi en su totalidad para adaptarse a las necesidades de la Primera División. La zona de graderío subió a los 5.500 asientos, y se remodelaron los palcos de autoridades y espacios VIP, la sala de prensa, zona mixta, los aseos, los bares o el aparcamientos. La reforma final llegó con el segundo ascenso a la máxima categoría, aprovechando la época de competición a puerta cerrada motivada por la pandemia del Covid-19, cuando el aforo de El Alcoraz se llevó a las 9.100 localidades, con nuevas zonas VIP, el cierre de sus cuatro esquinas, construyendo zona de oficinas, un museo, un restaurante o la sede de la Fundación Alcoraz. 

Así, el estadio de la SD Huesca se ha convertido así en carta de presentación de la ciudad, con sus grandes cuatro torres de luz recibe a los visitantes en una de las principales entradas a la capital oscense. Lugar de reunión, además, para aficionados procedentes de toda la provincia, que cada fin de semana hacen suyos los colores azulgranas. Y que seguro pronto podrán disfrutar de una alegría tan grande como la que la pandemia impidió compartir en el mes de julio de 2020, cuando sus gradas vacías vivieron el último gran hito sobre su césped: el segundo ascenso del equipo a Primera División.

 

Vamos a por otros cincuenta, porque AQUÍ NO SE REBLA.