Pocas veces un partido queda tan evidentemente marcado por las circunstancias que van más allá del balón. Y por eso, pocas veces El Alcoraz mostró tan claramente su descontento ante una situación que puede ser determinante para el devenir de la competición. Este sábado la SD Huesca recibía a un rival directo como el Racing de Santander, con solo tres puntos de distancia en la tabla. Y este sábado, la SD Huesca vió como se quedaba con nueve en la misma jugada, con la expulsión de Loureiro por un contacto que reclamó el VAR tras ser sancionado en primera instancia como amarilla; y la de Pulido, fruto de las protestas por la propia revisión. Y en el efecto dominó de la mala suerte, en la siguiente jugada, no solo empató el Racing, sino que Dani Jiménez se lesiona de gravedad. Y a partir de allí, lo inevitable, hasta un pitido final con solo ocho jugadores azulgranas sobre el césped y un 1-3 en el marcador que poco tenía que ver con todo lo acontecido antes del maldito minuto 53.
Porque hasta entonces, Iker Kortajarena había abierto la puerta hacia una tarde bonita en El Alcoraz. Solo había pasado seis minutos cuando una carrera en velocidad de Soko había acabado en un pase horizontal para que el centrocampista vasco rematara a la red, para éxtasis de un Alcoraz con entrada de tarde grande. La ventaja se tornaba oro para los intereses azulgranas, que aunque no lograban quitarle una marcha al partido, como hubiera pedido el marcador, tampoco sufrían demasiado en el ritmo elevado, e incluso podían llegar a aumentar su ventaja a través de Soko. Lo que les permitía irse al descanso por delante en el marcador.
Volvían bien los de Hidalgo al terreno de juego, pero no sabían que diez minutos después, todo ese guión que seguían volaría por los aires. De una amarilla a Loureiro, que le mostraba el árbitro en primera instancia, se pasaba a la doble expulsión, tanto del gallego como de Pulido, en un inevitable punto de inflexión dolorosísimo. Como dolorosa fue la lesión de Dani Jiménez justo en la acción del empate, que en una evidente luxación de su codo tras una gran parada, abandonaba el césped en camilla y gritando de dolor. Ocupaba su lugar Adrián Pereda, portero del filial, ante la lesión muscular de Juan Pérez, que le impedía entrar en la convocatoria.
Y a cada despropósito se fue sumando otro, hasta acabar el encuentro con ocho jugadores, por la doble amarilla de Hugo Vallejo, y la esperable remontada del Racing, con un 1-3 que no impidó que el estadio despidiera a la SD Huesca al grito de 'Sí se puede'.















































