Un mismo guión, que por repetido no perdía crueldad. La SD Huesca veía como los puntos se escapaban en el tramo final, ya en el descuento. Un desajuste volvía a decidir un encuentro que parecía condenado al empate. Fue doloroso, como reflejaban las caras de unos jugadores abatidos tras el desenlace, en una semana aciaga para los intereses del conjunto.
Fue de menos a más la SD Huesca en la primera parte del encuentro, hasta jugar los cinco minutos de añadido en el área del Eldense. De hecho, fue el poste el que impidió que entrara el remate de Obeng en un córner, y un Jérémy, impedido por los agarrones de la defensa, a punto estuvo de llegar al rechace. Fue esa acción, justo antes de levantar el cartelón, la que dio paso a los minutos de reacción del equipo, que hasta entonces se había repartido la posesión y el escaso peligro con su rival. A partir de allí, los azulgranas firmaron un acumulo de llegadas con peligro, en balones colgados al área para los que faltó claridad en el remate. Quizás fue el apremio de la necesidad de victoria trabando ese último balón antes de la línea.
Con la voluntad de alargar las buenas sensaciones, pero con más acierto, regresó la SD Huesca al césped tras el descanso. Y fue Pulido el primero en buscar portería, en un córner colgado al área pequeña que se fue por encima del larguero. No obstante, intentó asomarse el Eldense a la portería de Álvaro, con varias llegadas que despejó Jérémy Blasco, expeditivo achicando en ese tramo del encuentro, cuando más apretaba el rival.
Javi Mier y Enzo Lombardo fueron los primeros cambios de Ziganda, en lugar de Kento y Joaquín, para encontrar una reacción a las llegadas del Eldense. De hecho, primero fue la mano de Álvaro, pegada al palo, y luego el larguero, los que evitaron que se adelantara el conjunto visitante, llegando al 60 de juego. Salieron entonces al terreno de juego Kanté y Balboa. Se entró así en el último cuarto de hora de juego, con la SD Huesca logrando frenar al rival en sus mejores minutos. Tresaco fue el último cambio por parte de los azulgranas, que querían reaccionar en el tramo definitivo.
Se despertaron todos los fantasmas cuando el colegiado señalaba el punto de penalti tras una caída en el área, en el 88, forzando un añadido de once minutos. Pero el destino guardaba todavía una carta más cruel para los azulgranas, que en una contra, ya en el añadido, vieron como Soberón enviaba a la red el balón. Doloroso final, que dejo a los azulgranas rendidos sobre el césped tras el pitido del árbitro.
